Ballaké Sissoko Orkestra – Mali
Seperewa Agofoma – Osei Korankye – El arte del arpa seperewa – Ghana

«Tomo esperanza sin tocarla. Soy un griot, maestro en el arte de hablar. Desde tiempos inmemoriales, somos los sacos de palabras, los sacos que guardan secretos centenarios. Sin nosotros, los nombres de los reyes caerían en el olvido; somos la memoria de los hombres.»
D. T. Niane, Soundjata o la epopeya mandinga

Es costumbre otorgar a los griots ciertos dones, como la predicción y la palabra cargada de gracia. Detentores del saber tradicional, narradores, poetas, genealogistas, historiadores, consejeros de los poderosos, mediadores y árbitros… los griots ayudan a gobernar todo un mundo social durante celebraciones y ceremonias religiosas. Ya sea que los músicos canten al amor, la belleza del río Níger, la gesta de Soundiata, el tiempo, la muerte, o alerten sobre los desafíos del cambio climático o las minas ilegales, la melodía y la palabra están en sintonía, porque se trata de significado. La palabra implacable y sagrada proviene de la kora, cuya música no acompaña, sino que amplifica la voz del griot. Este arpa-lute, hecha de una media calabaza cubierta con piel de vaca y un mástil con veintiuna cuerdas, habría sido robada a los djinns por su refinamiento y armonías hipnóticas. Sus melodías pentatónicas, asociadas a famosos temas como Odibadiourou, Koulandjam, Nianimandzougou, Amadidjo o N’todamana, han consolidado un patrimonio musical mandinga que se transmite oralmente. Pero si hoy en día la enseñanza ya no se realiza sistemáticamente de padre a hijo – como en el caso de Djelimady y Ballaké Sissoko – ni requiere siquiera el estatus de griot, el respeto por el instrumento sigue siendo igual de exigente en el conjunto de koras creado en Bamako por el propio Ballaké.